Nuestra Historia

Misión Urbana nació en el corazón de Dios. Él escogió a un hombre dispuesto a servirle, y ganar almas para Cristo, llevando a cabo su obra…

Todo inició en septiembre de 1996, cuando el Pastor Arturo Clunie S. les habló a cuatro jóvenes sedientos de Dios acerca del amor y la misericordia divina. Las primeras reuniones eran dos veces por semana, para realizar estudios bíblicos, desde la sala del hogar de la familia Clunie. De allí, continuamos en un gimnasio cercano, alcanzando más y más jóvenes para Cristo. Felizmente, el día 21 de septiembre de 1997, celebramos el primer culto oficial como la Iglesia de Dios de Parque Lefevre: Misión Urbana.

Luego de esto, las reuniones se trasladaron al salón de conferencias de Sociedades Bíblicas, gracias al apoyo del Director. Allí, realizamos los cultos hasta el 23 de diciembre de 1998. El día siguiente, 24 de diciembre, habiendo obtenido un local para nuestra iglesia, ubicado en calle 4ta. Parque Lefevre, Edificio Vendo Plaza, celebramos un glorioso culto de Navidad y de agradecimiento al Señor por la nueva bendición.

Estuvimos varios años allí, hasta que nos mudamos a las instalaciones de la Escuela República de Haití, en donde se nos abrieron las puertas con mucho amor. Tiempo después, estuvimos reuniéndonos en un local frente a Plaza Carolina, hasta que Dios permitió nos mudáramos a un nuevo local en Río Abajo, Plaza Río, en donde nos encontramos hasta la actualidad.

Hemos peregrinado, como todo pueblo de Dios, y hemos podido declarar siempre: “hasta aquí Eben-Ezen: hasta aquí nos ayudó Jehová”; y sabemos, y confiamos, que lo seguirá haciendo. Tenemos la certeza de que va delante de nosotros, como columna de nube de día y columna de fuego de noche, alumbrándonos y guiándonos en el camino por donde debemos andar. Y en ese camino, experimentamos el maravilloso sentimiento de esperanza, fortaleza y gozo que viene de saber para qué nos formó Dios.

A través de estos 18 años, el Espíritu Santo de Dios ha seguido añadiendo a nuestra iglesia a los que han de ser salvos para los propósitos divinos, y así, hemos crecido en número y en conocimiento de la Palabra. Dios, en su infinita misericordia, ha respondido de manera poderosa nuestras oraciones. Hemos visto familias consolidadas, ministerios fortalecidos, provisión, cuidado, sanidades, milagros… interminables maravillas de la obra de Dios en nuestras vidas.

Hoy y siempre, en un mismo sentir, le damos la honra y la gloria al único e incomparable Dios de cada una de las vidas perteneciente a Misión Urbana, por la gracia de poder celebrar cada una de Sus bendiciones.